Un nuevo horizonte?

 

Tras la caída del muro de Berlín en 1989 las ideologías se difuminan, los tradicionales enemigos se derrumban y Occidente triunfa; el fin de la historia ha llegado. Es la predicación de los apóstoles del neoliberalismo. Estamos salvad@s, el paraíso lo tenemos a nuestro alcance y sólo tenemos que estirar la mano para cogerlo. La prosperidad será el pan nuestro de cada día.

Esta nueva religión tiene sus apóstoles, demonios, púlpitos y verdades absolutas. Los nuevos profetas son líderes mesiánicos que vienen a solucionar ipso facto todos nuestros problemas; normalmente esconden detrás grandes grupos industriales que apoyan una vieja/nueva política económica tendente a conseguir los mayores beneficios con las excusas más variadas: desarrollo nacional, creación de empleo, racionalización del gasto público, recorte de las prestaciones sociales

 

Los lugares del sermón han cambiado: los púlpitos y las plazas han sido sustituidos por los medios de comunicación, que adormecen nuestra sensibilidad y capacidad crítica con un bombardeo continuo de información, cual si fueran las nuevas drogas del mundo "desarrollado". Al mismo tiempo se emplean para manipular, descarada o sibilinamente, la información diaria.

Los disidentes aparecen como una población marginal cuyo momento histórico quedó atrás, trasnochado: "No han superado el shock del colapso de la ideología comunista; no los escuchéis, son sólo terroristas de mente nublada. Nuestra verdad es la verdad absoluta: el consumismo, el bienestar individual, aunque sea a costa de todo lo demás; no os preocupéis, la situación es mala, pero ya mejorará, ya la mejoraremos", serían sus mensajes

Dentro de este esquema, los conflictos son sólo producto del primitivismo de algunos pueblos que todavía no han alcanzado nuestro nivel de "desarrollo", por lo que tienen que vivir sometidos a nuestros dictados económico-políticos, esto en el mejor de los casos cuando no son ignorados y condenados a la muerte por la guerra, el hambre y la miseria.

¿Qué nos quieren esconder detrás de toda esta cortina de engaños? Más de lo mismo. La desigualdad económica internacional sigue creciendo, y el Primer Mundo acumula la mayor parte de la riqueza, del gasto energético, y del consumo de los recursos. Los datos del P.N.U.D.(1989) al respecto son evidentes: el 20% más rico de la humanidad acapara el 82,7% de los recursos del mundo, y el20% más pobre "luchan cuerpo a cuerpo con la muerte para sobrevivir con el 1,4% (de la riqueza mundial)".

El capitalismo no ha sabido dar soluciones a esta situación estructural de injusticia porque tiene en su raíz el germen de esta desigualdad. El sistema económico vigente se basa en el lucro y la obtención de beneficios por encima de todo. Pero esos beneficios van a parar a una minoría que disfruta de plenitud de derechos económicos, sociales y políticos; mientras una parte creciente de la población engrosa las filas de la exclusión, tanto en los países del Sur como en los del Norte. Y es una tendencia que no parece detenerse. Los países del Sur aportan las materias primas, la mano de obra barata y escasas exigencias laborales y medioambientales para las trasnacionales; de esta forma la afluencia de riqueza hacia las empresas del Norte supera con mucho la "ayuda" de los organismos internacionales(B.M., F.M.I._) a los gobiernos de los llamados países subdesarrollados. esta es un arma política; se concede a aquellos países seguros, es decir, fieles a los intereses de los capitales del Norte, aunque sus sistemas políticos vulneren los derechos humanos de las poblaciones. Pero la citada ayuda, en realidad esconde créditos que nunca podrán pagar en su totalidad o se limitarán a abonarlos elevados intereses de dicha deuda. Estas inversiones se destinan en su mayor parte a la compra de productos de los países prestatarios, con lo que el beneficio es doble para las minorías dirigentes de Europa, E.U.A. y Japón. Además estas transacciones no se destinan a satisfacer los intereses de la población civil sino que un alto porcentaje sirve para adquirir armamento y material de doble uso utilizado contra la propia población y/o contra un país vecino, para mantener y/o reforzar las situaciones de poder.

Mientras en el Norte se incrementan las bolsas de pobreza ocasionadas por la destrucción progresiva del Estado social, la flexibilización y precarización del mercado de trabajo, la reducción del empleo ante el afán de beneficios empresariales y la aplicación de alta tecnología. Los brutales niveles de injusticia dan lugar a fenómenos diversos que son el iceberg de esta situación: guerras por el poder y el control de los recursos, migraciones, explotación indiscriminada de la naturaleza.

El sistema sabe que es un diseño insostenible a largo plazo e intenta protegerse a toda costa; el control de la población del Norte a través de una "ideología mediática", como ya he mencionado, permite vender una imagen distorsionada del problema, en la cual los "culpables" de los problemas son "los que están fuera porque nos roban nuestras riquezas" mientras "los de dentro" tenemos las soluciones a esta crisis.

La autoridad indiscutible debe fundamentarse además en medidas coercitivas para poder subsistir; de esta forma la fuerza es indispensable dentro de esta estructura, pero, eso sí, una fuerza racional, explicada como necesaria porque "siempre van a existir loc@s, inmigrantes, delincuentes_ que atentarán contra nuestro nivel de bienestar". Esta fuerza se manifiesta a través del Ejército.

Pero este Ejército tiene una nueva cara, al menos el occidental. Es un ejército dedicado a hacer el bien e impartir justicia por todo el mundo (El Salvador, Irak, Balcanes_). La interposición en los conflictos y la intervención humanitaria son ahora sus misiones; la O.T.A.N. ya no es la salvaguarda ante el peligro comunista sino una organización pacifista más.

Estas nuevas orientaciones de la política internacional, nos dicen, justifican a su vez un cambio en el modelo de fuerzas armadas; ya no valen los ejércitos basados en el reclutamiento masivo de una población escasamente preparada para una guerra altamente tecnologizada. Son necesarias unas herramientas militares con menos efectivos, profesionalizadas, y con una capacidad de movilización e intervención rápidas. Por esta causa nuestros dirigentes nos piden una mayor inversión en los gastos militares para lograr esta reconversión, tras "el esfuerzo de restricciones de estos últimos años y la reducción de armamento derivada de los tratados europeos sobre armas convencionales".

Pero este escenario tiene muchas sombras. Veamos algunas de ellas: los niveles dedesempleo alcanzan en nuestro país a cerca del 22% de la población activa, cifra que no parece reducirse a pesar dela reforma laboral impulsada por el gobierno del P.S.O.E.

El trabajo se precariza y ha pasado de ser un ámbito de realización personal a ser un lujo y un privilegio, aunque sea a base de un recorte de los derechos y las remuneraciones. En esta situación la Prestación Social Sustitutoria, estrechamente vinculada al Servicio Militar, sirve para suplir numerosos puestos de trabajo, especialmente en las administraciones públicas y en algunas instituciones privadas: las actividades extra escolares y el acompañamiento en los transportes de l@s alumn@s en los colegios públicos, tareas de oficina, trabajador@s sociales, vigilancia de riberas, limpieza de parques y jardines_ son algunos de los numerosos "oficios" de los prestacionistas.

Contrasta esta crisis con la petición de mayores inversiones para lo militar: el Gobierno español establece en la Directiva 4/92 la necesidad de alcanzar el 2% del P.I.B. para llevar a efecto un modelo mixto de reclutamiento forzoso y profesionales; en primer lugar es sólo una verdad a medias: nuestros mandatarios sólo cuentan con el presupuesto del Ministerio de Defensa, cuando el total del gasto es mucho mayor. Se debe incluir en esta partida la Guardia Civil, los Organismos Autónomos del Ministerio y de la "Benemérita", las Clases Pasivas, las aportaciones a la O.T.A.N. y la U.E.O., a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, y la Objeción de Conciencia (M· de Justicia). La suma de estos conceptos superan actualmente la cifra citada (es el 2,1% aproximadamente). Así tomados los datos pueden ser "inocentes", pero iluminan el panorama algunas comparaciones: el presupuesto (1995) de los Ministerios de Asuntos Sociales, Cultura, y Educación y Ciencia juntos llegaban al 80,3 % del gasto militar; o la investigación en Educación y Sanidad, en el mismo año, sólo suponen el 26,9 % de lo dedicado a la investigación para la guerra. El propio ministro de Defensa Pérez Pertierra afirmaba este verano que este concepto llegaba a la tercera parte de todo el gasto en investigación pública. Como podemos ver la crisis no significa lo mismo para todos.

Pero aún hay más: la reducción de profesionales llevada a cabo en el marco de los tratados de desarme convencional ha "retirado" anticipadamente a numerosos cuadros. Pero esta jubilación no es tal: las reservas, transitoria y activa, mantienen las retribuciones íntegras a una edad anterior a los 65; la práctica indica que numerosos militares retirados ocupan otro puesto de trabajo, sin ningún tipo de control ni de exigencia; realidad sangrante donde las haya. Para rematar la jugada en uno de los últimos Decretos-Leyes del gobierno socialista, que revalorizó las pensiones y los sueldos de l@s funcionari@s el mismo porcentaje que el I.P.C , se introduce una reclasificación automática de algunos grupos de militares, sin concurso-oposición ni ningún otro trámite previo; resultado: incremento del salario base por la cara y sin ningún esfuerzo. ¿A cambio de qué?

No se disponen de presupuestos para educación (transporte escolar en el medio rural, construcción de infraestructuras, contratación de personal), sanidad, protección de la naturaleza (contratación de guardas forestales, recortes salvajes en planes de reforestación), comunicaciones ferroviarias (desmantelamiento de la RENFE en favor de la construcción de autopistas y carreteras), servicios sociales

La austeridad es uno de los principios-clave de la "nueva" etapa política; pero nadie se ha preocupado de "meter la tijera" a los 800.000 millones de pesetas destinados al avión de combate europeo, a la reciente compra de carros de combate y helicópteros o a la posible inversión en una base "fantasma" de lanzamiento de satélites en Canarias, curiosamente controlada por un organismo del Ministerio de Defensa.

Aún más, nuestras autoridades impulsan, a través de multimillonarios contratos, la fabricación de armamento (buques de guerra, transportes militares_) destinados a países del Sur, para impulsar las empresas públicas (Bazán, Santa Bárbara_). Su "excusa" es el mantenimiento del empleo en un sector especialmente castigado por la crisis. Esta afirmación es una falacia; numerosos estudios han demostrado que la reconversión de la industria militar en civil, si bien requeriría fuertes inversiones en un primer momento, generaría muchos más puestos de trabajo y riqueza productiva. El problema es de fondo, y es económico: perdemos cuota de mercado entre l@s responsables de asesinatos masivos en nombre de supuestas patrias, fes, y supuestas injusticias nunca solucionadas.

Estas operaciones comerciales se llevan a cabo en el más absoluto de los secretos; en esta maravillosa "democracia" ni siquiera los parlamentarios tienen acceso completo a esta documentación comercial, siendo la Comisión Interministerial correspondiente la encargada de entablar contactos y cerrar contratos de compraventa con los diversos gobiernos.

Como hemos podido vislumbrar, los Ejércitos consolidan la situación de injusticia estructural a nivel nacional e internacional; las inversiones realizadas en su entrenamiento y modernización siempre van en detrimento de los gastos en sectores sensibles (educación, sanidad, servicios sociales).

Su participación en misiones de "paz" sólo sirve para legitimarlos ante la opinión pública. En el caso de España, esta campaña de imagen ha sido defendida en numerosas ocasiones por miembros del Gobierno, y reforzada con declaraciones de altos mandos militares en una reciente ocasión. Sobre el terreno mantiene (y en ocasiones encona) la situación de injusticia preexistente: se limita a "apagar" o a "mitigar" los efectos visuales de la guerra.

Pero no cuestiona el problema de fondo: la dominación estructural de unas elites sobre la mayoría de la población; elites que, en su lucha por el poder económico-político desencadenan los conflictos y mantienen la desigualdad. Aún más grave, se apoya en las instituciones y gobernantes preexistentes, en casi todas las ocasiones, protagonistas y responsables del conflicto que se pretende solucionar.

Por otro lado, la llamada "intervención humanitaria" presupone que la población civil no sirve más que para recibir ayudas, y que el problema debe ser solucionado desde arriba (diplomacia, expertos internacionales, inversiones de multinacionales_) en lugar de devolver el protagonismo a la sociedad, víctima de todas las guerras.

Nosotr@s los antimilitaristas debemos ser capaces de desenmascarar ante la sociedad civil estas falacias y engaños con las que nuestr@s gobernantes intentan hacernos creer que se desviven por nuestros intereses. Nuestros dirigentes hurtan a la sociedad civil el debate sobre el modelo de defensa que nosotr@s queremos, argumentando que son temas demasiado técnicos y complejos para los no especialistas. Hacen y deshacen, sin consultarnos ni tenernos en cuenta.

Pero rehuyen los verdaderos problemas, el planteamiento de la "lucha" contra los verdaderos "enemigos": la exclusión social, el paro, la falta de viviendas para tod@s, los desniveles socioeconómicos_ Este es el lugar donde tenemos que resituar el debate sobre el qué, el cómo y de qué hay que defenderse, y para ello contamos con muchas herramientas.

Una de ellas es la insumisión. En la coyuntura presente, con el gobierno prometiéndonos unas fuerzas armadas profesionales, seguimos mostrando nuestra desobediencia; pero no una desobediencia porque sí, sino con argumentos: estamos en contra de las injusticias a nivel nacional e internacional, y los Ejércitos actúan como herramientas de las elites que intentan mantenerlas y agrandarlas en su propio beneficio; estamos a favor de un desarrollo equitativo para toda la población y no sólo para un@s poc@s, y las inversiones en tecnología militar sólo consiguen el fomento de la destrucción y la violencia.

Pero no es nuestro único instrumento; asimismo, debemos denunciar a nuestros gobiernos por su complicidad en las causas y consecuencias de las guerras, bien por acción o por omisión (Gasto Militar y Comercio de Armas, fomento de la Industria Militar, aprovechamiento de los Pueblos del Tercer Mundo, política interior represiva hacia el Movimiento Antimitarista y los Movimientos Sociales más críticos).

La Desobediencia Civil se manifiesta de muchas otras formas: mediante la Objeción Fiscal a los Gastos Militares, la Objeción Laboral a cualquier trabajo relacionado con la preparación de las guerras, la oposición a las maniobras militares que dañan irreparablemente nuestro territorio y nuestro (de tod@s) medio ambiente y despilfarran nuestros recursos.

Finalmente es preciso fomentar la Educación para la Paz entre toda la sociedad. La educación de la población es un paso necesario para lograr una transformación social profunda, eficaz y duradera, porque va a las causas profundas de los problemas e intenta aportar soluciones desde el diálogo en igualdad, la búsqueda del consenso en beneficio de tod@s y la cooperación en busca de la meta.

NUESTRO OBJETIVO ES AYUDAR A CREAR UNA SOCIEDAD DONDE TODAS/OS QUEPAN.

 

MOC - Zaragoza

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muy clarificador de esta "nueva ideología" es FUKUYAMA, Francis, El fin de la historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los países balcánicos, Argelia, Perú, Palestina, o la Europa del Este.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Somalia y, en general, el continente africano, con algunas excepciones, es el paradigma de esta nueva marginación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

P.N.U.D., Informe sobre desarrollo humano, Asociación para las Naciones Unidas 1992.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AA.VV., Agenda latinoamericana 1994, Comités Oscar Romero, Zaragoza, 1993.

 

 

 

 

 

 

 

 

Marruecos, Tailandia o Arabia Saudí son buenos clientes de España y sus gobiernos no se caracterizan por el respeto de los derechos humanos precisamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde el Ministerio de Defensa y altos mandos militares vienen lanzándose mensajes de este tipo durante los años 1995 y 1996.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y el P.P. se destapa ahora con la promesa de lograr en seis años unas fuerzas armadas completamente profesionales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Curiosa forma de referirse a un cuerpo caracterizado por su capacidad represora de la población civil.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pago de pensiones y subsidios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Anexo 1. Gastos militares del Estado español (1995).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cursos de verano de la Universidad Complutense, El Escorial (1995).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Real Decreto-Ley 12/1995, de 28 de Diciembre, sobre Medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera (B.O.E. 30 de diciembre de 1995).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Julián García Vargas, Ministro de Defensa en el momento de nuestra intervención en Bosnia: "España no está en condiciones de retirarse, si no quiere perder el prestigio ganado en el último año" (El País, 6-10-1993). "_lo propuse (el envío de tropas españolas a Bosnia) al gobierno convencido de que el riesgo de fracaso de Naciones Unidas era elevado. Lamentablemente, esos temores se han confirmado, aunque el balance para España es positivo" (Revista Española de Defensa, julio-agosto 1995).