El circo

 

Capaces somos los seres humanos de crear catástrofes y tremendismos absurdos con el planeta, con otras especies, remitiendo objetitos tecnológicos para supervisar el Universo, etc. Como capaces somos de encarcelar a otros seres vivos para recreo y gozo de nuestras criaturas o, lo que es peor, de hacer que otros animales bailen, salten, atraviesen aros circundados de fuego, aplaudan e incluso adquieran —mediante mecanismos memorísticos que alienan sus cerebros— comportamientos humanos.

 

Es un circo inquietante el que defino, pero otro aún lo es más. ¿Cuál?

 

El circo cotidiano y, en la actual nomenclatura social, el circo de las elecciones en los diversos gobiernos del planeta.

"Payasos/as" de mala calidad, maquillados con esperpénticos ribetes, danzan, bailan y saltan al fuego de las entrevistas, las sonrisas forzadas, etc.

El mundo deviene ahora en un circo de circunstancias donde el público es un actor pasivo, más que en los agrestes circos de los que hablé con anterioridad.

Catalunya, Canadá, España, algún país latinoamericano o africano, pueden ser los ejemplos del extraño convenio entre los Estados ("el Capital") y los ciudadanos.

Paradójicamente sabemos que todo es mentira. Pero el pueblo se traga el espectáculo, cree en las falsas expectativas, acude solícito a las urnas buscando otro "soma", como el de aquel Mundo Feliz de cierta novela.

Charlie Rivel, fue capaz de crear sonrisas desde la indigencia de una silla. Su retrato lacrimógeno encerraba mil posibles contextualizaciones. A diferencia de esto, el poder desde una urna crea quiméricas sonrisas en la población, nacidas desde la miseria del miedo a perder su posición en la sociedad civil.

Ésta es el nuevo invento. Es la sorpresa en este descargante circo mimético de dos escenarios, de dos "pistas": América y Europa. El amo y el esclavo. Contundente representación "eucarística" de la dialéctica hegeliana.

Ése es otro circo también dramático. Capaces somos de alquilar nuestras conciencias humanas para sonreír estúpidamente desde la comodidad de la democracia que se vota periódicamente.

Nos encontramos ante dos pistas a medio gas, entre el drama y la tragedia. La representación circense ya consolidada no ha hecho nada más que comenzar. Demuestra el increíble ridículo de una confrontación futbolística en beneficio de la UNICEF: Europa versus América.

Se jugó el partido hace pocos días. Dicho entrañable espectáculo define, en esta ocasión, que la ficción es la madre de la realidad.

 

Julián Sánchez, Palma de Mallorca (9-11-95)