żY el tiempo?
El tiempo tal vez no exista pero, por supuesto, no es necesario para coordinar nuestros actos. Al atribuirle características de infinitud en una numeración numérica, con frecuencia se suele dividir en períodos iguales que se asocian con los ciclos de fenómenos naturales, como es el día y la noche, las estaciones climáticas y el cambio numérico de horas, días, semanas, meses, años, etc.
Decir que se siente el tiempo es decir que se viven los procesos naturales, que se está en relación coordinada con la vida de las cosas que nos rodean, con las relaciones sociales, con nuestro propio desarrollo y muerte.
Nuestra angustia en determinados momentos al sentir que ha pasado mucho tiempo, o que nos queda poco tiempo, o que no tenemos tiempo, sólo se refiere al compromiso, ideas o proyectos que nosotros mismos nos hemos fijado o acordado en relación a lo que nos rodea. Por lo tanto, enfrentarnos al tiempo no quiere decir otra cosa que enfrentarnos a nosotros mismos. Tomar en cuenta la cronología numérica en relación a los procesos naturales no es más que coordinar nuestro propio desarrollo en relación a los demás, es la posibilidad de planear y de hacer junto con los demás, de compartir nuestra existencia, como es el caso de ingerir el mundo exterior, cuando compartimos la comida en un rito social.
En relación con el tipo de vida que realicemos y en que sociedad nos encontremos, el tiempo será algo externo y tal vez el tirano de nuestra existencia. En el trabajo es el período de explotación o sufrimiento, es período de descanso en el dormir, la hora de partir para no llegar tarde, la hora fija en el cual tenemos que estar listos, no importa como. De esta manera, el tiempo pasa a ser algo que se refleja en el reloj y que no tiene nada que ver con la naturaleza, con la vida y contraria a ésta, nos produce hábitos mecánicos hasta llegar a programarnos como robots.
El tiempo tiene la dimensión en la subjetividad, la cual tiene que ver con la intuición, con nuestros deseos, creencias, sensaciones, con los planes de lo que pasa o lo que puede pasar. Es el fenómeno natural que registramos muchas veces sin darnos cuenta, o contando un ciclo circular como si fuera una hora que nunca terminará.
Otra dimensión del tiempo es la externa, la que tiene relación con la coordinación social, con lo que se tiene que hacer, en tal fecha a tal hora, porque es necesario que se haga, para convivir con los demás, y sino se hace la convivencia social se ve alterada y puede llegar a producir guerras. Por este tiempo nos guiamos para ir de compras, a la escuela, al trabajo, por este tiempo consideramos que es hora de descansar, divertirse, ver la TV, o molestar al vecino en un momento de ocio.
La última dimensión es el tiempo hipotético, el tiempo de lo que debería ser de acuerdo a planes teóricos que forjan el desarrollo natural para satisfacer intereses, deseos o meros caprichos. Éste es el tiempo en que se pone en juego la vida y a la sociedad para conseguir una alta productividad, para ganar o perder, para tener o morir. En este proceso se sufre el autoritarismo que hace todo lo posible por ver cumplidos sus planes, sin importar los demás. Es el tiempo de la corrupción, la impunidad de los poderosos y de todos aquellos que se niegan a vivir este período tan corto que poseemos como partes de la naturaleza.
El hecho de que todos estemos en el mismo mundo compartiendo estas dimensiones del tiempo, si así se les puede llamar, forma sociedades de las cuales es un negocio la supervivencia humana, en las cuales se destruyen productos básicos para mantener el precio, en donde unos mueren por exceso y otros por carencias, en donde hay unas horas para reír y llorar, para luchar o aceptar la sumisión, en un mundo donde se hace casi imposible la responsabilidad de la libertad, el actuar con conocimiento de causa, el vivir y convivir con nosotros, entre nosotros, con la naturaleza, reconociendo esa verdad que pocos/as quieren aceptar: Dependemos de la naturaleza. Es de locos quererla gobernar, decidir y transformarla sin a la vez destruirnos.
El "tiempo" es parte, pues, de la paradoja humana entre vivir y negar la vida, entre construir y destruir, es ese ser parte de la naturaleza o estar por encima de ella, autoengañándonos y morir. Entonces el tiempo es eso que existe sin existir, es parte del entramado que los humanos hemos hecho para sentir que vivimos de acuerdo a una numeración infinita que ni siquiera existe en nuestra imaginación.
Sin embargo, la idea del tiempo aunada a la naturaleza nos hace percibir el mundo con nosotros, el tiempo y el espacio se vuelven inseparables, podemos entender un tiempo y un espacio sin nosotros mediante la abstracción y surge una especie de necesidad para trascender, dando pie a la moralidad que sólo tiene sentido en nuestra finitud, por nuestra muerte, por aprovechar el poco tiempo de vida en esta galaxia, tal vez sin límites.
La moralidad sólo es posible en la dimensión del tiempo subjetivo y externo, en el sujeto y la convivencia social; en el tiempo hipotético la moralidad se niega, se destruye, por eso los trasnacionales no tienen valores humanos ni consideración para con la naturaleza, porque niegan la vida y su juego es por el dinero, el poder, la posesión; inventos ficticios que al igual que el tiempo hipotético no deberían existir ya que destruyen y autodestruyen lo poco que resta de vida en esta galaxia.
Luz María Saldaña Loza (México)